Matando moscas con el rabo

Archivo para abril, 2012

LOS NIÑOS PERDIDOS: Capítulo 2º


EL PERMISO

Siguieron cantando todo el camino de regreso y poco faltó para que Cristian se cayera de la bicicleta de Kelly, por culpa de un bache en el asfalto.

– ¡Qué nervios! Quiero saber ya lo que me dirán mis padres.- dijo Sara.

– Bueno…pues yo no creo que me dejen ir.-le contestó Kelly con cara de tristeza.

– ¿Por qué?- preguntó Cristian a sus espaldas.

– No sé, nunca tengo recursos económicos.

Cristian la observó desde su perspectiva, mirando su cabello rubio, recogido en dos trenzas. Entonces frunció el entrecejo.

– Eres muy pesimista, ¿sabes?

– Sí, quizás…¡Eh! Bob y Sara nos están dejando atrás. ¡Vamos a por ellos!- Kelly al decir esto, comenzó a pedalear más fuerte y los adelantó a todos, llegando juntos al pueblo. Tan apartado de la civilización, que nadie tenía un teléfono móvil, tablet, portátil, computadora o cualquier aparato electrónico, exceptuando algunos habitantes (total de población: 155) que disfrutaban de TV y teléfono fijo.

Cristian entró en su casa, donde solo le esperaba su madre. Le echó valor y le preguntó si podía ir mientras le extendía el folleto con el anuncio. Esta lo cogió y se sentó en el sofá para leerlo mejor. Cristian jamás había visto a su madre tan interesada por algo que el le pidiera o dijera, así que le pareció una situación extraña. Pero sin duda, le gustó. Dolly dejó el anuncio encima de la mesa y miró a su hijo, con unas enormes ojeras de cansancio.

– Espero que allí te den bien de comer.- le dijo.

– ¿Cómo?- preguntó Cristian estupefacto.- ¿Entonces puedo ir?

La reacción de su madre fue irse a la entrada de la casa para coger el bolso que tenía colgado, sacó su billetera y se acercó a su hijo para darselo. La mirada de Cristian se debatía entre su madre y el fajo de billetes que había en su mano. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro y grito de alegría se le escapó al coger el dinero para su excursión.

– El autocar sale de sobre las diez de la noche, tendrás que preparar la maleta que no se hace sola. Que no se te olvide nada y llévate solo lo importante e imprescindible.

– ¡Wow!, gracias mamá.- le dio un abrazo y entre brincos dijo- Voy a ir a decírselo a los demás, no puedo esperar. Pero primero haré las maletas.- con esto, subió las escaleras hacia su habitación.

Mientras, en casa de Sara. Los dos hermanos no sabían como decírselo a su madre, que estaba fregando unos platos en esa cocina empapelada de flores, pero de alguna manera tenían que hacerlo.

-¿Mamá?- empezó Bob.

– ¿Qué quieres, hijo?- preguntó Kate desinteresadamente.

– ¡Mamá! Es que…mira.- le dijo extendiéndole el anuncio, extendiendo su mano y poniéndose de puntillas hasta casi pegarselo en la cara a su madre. Ella cerró el grifo y cogió el papel,  ni siquiera se preocupó por secarse las manos. Lo leyó. Vaya que si lo leyó ahí de pie con una mano apoyada en el fregadero. Sus ojos parecían encender las llamas de la furia cada vez más incontenida  y al final explotó.

– Ah, no puedo creerlo. Tú, tú, tú y tú. ¿A un campamento de verano vas a ir? Con la crisis que hay montada en casa, sólo piensas en tí. ¡Fantástico! Es una idea estupen…

– ¡Mamá!- gritó Sara para hacerse de notar que también estaba ahí.

– ¿Qué quieres? Estaba hablando con tu hermano muy seriamente. Es intolerable…

– ¡Yo también quiero ir al campamento!- la volvió a interrumpir Sara.

– ¿Al campamento? ¿Para qué?

– Sí, para pasarlo bien. Desconectar un poco con todo, conocer nuevos amigos, disfrutar de la naturaleza, aprender y esas cosas.

– Pero, Sara,..- comenzó a decir Kate. Pero su hija estalló.Algo maleducada hacia ella si que era, pues la interrumpía casi cada vez que hablaba.

– ¿Pero? Siempre hay «peros», mamá. Estoy harta, cansada de siempre lo mismo.¿No sabes decir otra cosa? Hemos aprobado, ¿no nos merecemos unas mini vacaciones?

– Pues entonces mejor unas peras.-le contestó Kate.

– Tampoco quiero peras, solo quiero «pelas».

– Si lo que quiero decir es si quieres unas peras para llevaroslas para el viaje en autocar. Siempre entra hambre en esos viajes.- su madre le dedicó una sonrisa y a ella le dio una vergüenza tremenda no haberse dado cuenta que su madre estaba interpretando un papel para engañarle y darles la sorpresa. Aquello alegró el corazón de los hermanos. Se fundieron los tres en un abrazo lleno de besos de agradecimiento y cariño.

– Gracias, mamá.¡Olvidé lo buena actriz que eres! Gracias.

Su madre le besó la frente a su hija. Bob y Sara subieron entusiasmados las escaleras para preparar las maletas del viaje. Qué ilusión.

En cambio, en casa de Kelly, las cosas no iban tan bien con la autorización de la excursión.

– Pero mamá, yo quiero ir.- le decía Kelly a su madre- ¿No tendrías algo para darme de lo que ahorras para más alcohol?

– Mira, nena. Ni quiero dártelo, (¡Ups!) ni me queda nada ya.- se rió y volvió a eructar. Así es como hablaba Sue a su hija y esta, claro, no pudo más y entró en cólera.

– ¡Eres una borracha!¡Nunca me prestas atención!¡Siempre te ha dado igual donde vaya! Y ahora…que es la única vez que te pido dinero para ello, no me lo das.- gritaba enojada, pero su rabia también hizo que unas lágrimas cayeran en cascada por su rostro. Esas lágrimas no producían ningún efecto en sentir lástima hacia ella por parte de Sue. En vez de eso, se enzarazaron en una larga discusión que parecía infinita. En ella se mezclaron asuntos como la muerte de su padre, que nada o todo tenían que ver con el asunto. Desde luego, lo que estaba claro es que su madre no le iba a dar ni un duro. Se lo gastaría ella en sus botellas quitapenas. , encerrada en casa y comiendo nachos. Con la paga, Sue solo compraba alcohol y latas de conserva. Decía no tener ganas de cocinar y eso es lo que comía Kelly. Se indignó muchísimo, así que decidió largarse por un momento de casa y llevarse sus lágrimas a otro sitio. Se encontró de frente con sus amigos, que al parecer iban en su busca.

– ¿Qué te pasa, Kel?- preguntó Bobby, preocupado por la cara que esta tenía. Ella se limitó a mirarles y decir:

– Dejadme en paz. No estoy de humor ahora…no puedo ir al campamento.

– ¿Cómo que no vas a ir?- preguntó Cristian con una sonrisa. Kelly no entendía nada, a veces los niños la desquiciaban con sus explicaciones, pero lo sobrellevaba muy bien.- Sabíamos que tu madre no te iba a dar dinero y menos para un viaje si no te lo da para comprarte una pulsera. Así que…

–  Pedimos el doble de dinero para pagar entre todos tu parte del viaje y no te lo pierdas.- terminó diciendo Sara.

– ¿Que vosotros, qué?- alucinó Kelly.

– Que pedimos el doble de dinero.- dijo Bob con entusiasmo.- Les dijimos que costaba casi el doble de lo que ponía en el folleto y nos lo han dado. Tenemos para pagar tu alojamiento y tu viaje. El resto del dinero que sobre, será para helados.

– ¿Habéis hecho todo eso por mí?- preguntó sorprendida.

– ¿Quién nos iba a contar las historietas mejor que tú?- preguntó Cristian.

Juntos se rieron a carcajadas y después Kelly se marchó a su casa para preparar su equipaje, que la hora se les echaba encima, pues estaba a punto de anochecer. Era una oportunidad de «Lo tomas o lo dejas», superoferta de último minuto,…estaba deseosa, necesitaba relax. La tristeza que sintió se había esfumado totalmente de su mente.

UN VIAJE ACCIDENTADO

El momento de partir llegó y Kelly se despidió de su madre pidiendo que se cuidara. Cristian también se despidió de sus padres regalando un abrazo a cada uno, pero no pudo reprimir su ansiedad por el viaje. Tom, el padre de Bob y Sara había decidido llevar a los chicos hasta la estación de autobuses de dónde partirían hasta el campamento. Los dos hermanos besaron a su madre y corrieron hasta el coche con un entusiasmo tremendo.

La verdad es que Kate, aprovechando la marcha de sus hijos, había planeado de ir con Tom a un lugar de playas exóticas, pues desde su luna de miel, no habían realizado ningún viaje ellos dos solos. Vio la oportunidad y no pensaba desaprovecharla.

– ¿No os habéis olvidado de nada?- preguntó.

– No.- contestó Sara desde la ventanilla del coche.

– ¡Os echaré de menos!- exclamó su madre.- ¡No os peleéis!

– Nosotros también te echaremos de menos. ¡Adiós, mamá!

– ¡Adiós! ¡Pasadlo bien!

Con estas palabras, el coche se puso en marcha. Kelly iba sentada en el asiento copiloto, junto a Tom y los chicos con Sara detrás. Kelly se había puesto una indumentaria cómoda, unos pantalones vaqueros, una camiseta pegada de manga corta con un chaleco negro encima y unas botas negras. Cristian llevaba unas bermudas de color caqui, una camiseta verde oscura y una riñonera marrón a la cintura. Bobby con camiseta blanca de propaganda con una camisa roja desabrochada encima y unos pantalones de verano color caqui también. Sara parecía que iba a alguna fiesta con un vestidito fresco de color blanco con unas botitas a juego, pero tenía pensado cambiarse en cuanto llegasen a su destino. No llevaban ni cinco minutos de trayecto, cuando Bob empezó a chinchar a su hermana.

– ¡Vaya coleta que te has hecho hoy! Jajaja- y le dio un tirón de la misma mientras lo decía.

– ¡Déjame Bob! ¡Ay! ¡No me tires más de la coleta! Me estás haciendo daño.- se quejó Sara.

Tom miró hacia atrás por un momento y les regañó.

– ¡Niños, estaos quietos! ¿No os da vergüenza pelearos tanto siendo hermanos? Me parece increíble. Y Bob, juega a otra cosa, anda.

Cristian y Kelly no pudieron evitar reírse un poco de aquello. Para quitarle hierro al asunto, Kelly propuso cantar unas canciones, no sin antes preguntárselo a Tom. Lo último que quería era provocar ira o distracción al conductor. El repertorio de los últimos éxitos del mundo de la música empezó a ser la banda sonora dentro del vehículo. Tom conducía mirando atentamente a la carretera, siempre lo hacía, pero con tantos críos bajo su responsabilidad, aún más. Así fue durante media hora, turnándose para elegir canciones, hasta que acabaron la última.

– Venga Cristian, ahora te toca a tí de nuevo elegir.- dijo Bob.

– No.- replicó Tom.- Ya hemos llegado (y qué gusto le dio decir eso).

– Guachi.- dijo Sara.

– ¡Qué guay!- gritó Cristian.- ¡Por fin!

La euforia estalló dentro del «cuatro ruedas». Se detuvieron y los amigos bajaron para coger sus cosas del maletero. Antes de marchars, Tom le dio algo de dinero a Kelly para que se compraran algo para el viaje en la cafetería de la estación. Después de eso, se despidió y se marchó desapareciendo por la carretera.

Compraron los billetes, unos dulces y agua para el camino. Luego buscaron el dársena 7, que era el de su autocar. Al llegar, los niños se quedaron contemplando al que iba a ser su conductor. Era fuerte, robusto, alto e iba vestido con su uniforme de colores azul marino oscuro y camisa blanca. El logotipo de su empresa sobre su pecho izquierdo,el cigarrillo en su mano derecha y el humo casi ocultando su rostro que portaba unas gafas de sol de las buenas. Aún no era su hora, pero quedaba poco y el conductor, con una gran sonrisa, tiró su cigarrillo y abrió el compartimento para que los viajeros guardasen sus equipajes. Cristian sacó unos trompos de su riñonera y se puso a jugar con Bob ahí mismo. Había mas chicos esperando. Tanto sentados como de pie dando vueltas por los nervios.

– ¡Todos al autocar!- llamó el conductor a sus pasajeros.

Todos se pusieron en fila para subir por orden. Kelly no soltaba su mochila por nada. El autocar era muy amplio y habiendo tan poca gente, la comodidad iba a ser suprema pudiendo ir cambiándose de sitio durante el trayecto. Las puertas del autocar se cerraron.

Un chico rubio, alto y guapo que ocultaba sus ojos tras unas gafas de sol, se acercó a Kelly.

– ¿Cómo te llamas, guapa?- le preguntó quitándose las gafas para deslumbrar a la chica con unos enormes y bellos ojos azules.

– Y..yo?- preguntó ella, asombrándose de su timidez.

– Si, tú.- y le dedicó una sonrisa de dentadura perfecta. Sólo le faltó el típico destello en los dientes, como en los anuncios de pasta dental.

– Me llamo Kelly.- contestó más firmemente.- ¿Y tú?

– Kelly…¡qué nombre más bonito! Mi nombre es Joe. Encantado.- y se dieron los dos besos de presentación en las mejillas.

Ahí quedaron los dos conversando un poco más. Cristian no perdía el tiempo y hablaba con un chico que se llamaba Edgar, pero le gustaba más que le llamaran Ed, para abreviar. Morenito de piel y cabello, parecían tener muchos gustos en común y serían más o menos de la misma edad.

– ¿Te gustan las películas?- preguntó Ed.

– La verdad es que no he visto muchas, apenas veo alguna porque cuando no hay colegio, estoy todo el día fuera en la calle. Te aseguro que estar en mi casa es un auténtico infierno.

– Pues mi casa es todo lo contrario. Estoy todo el día dándole al ordenador y haciendo gimnasia para mantenerme en forma.Soy adoptado, ¿sabes? Mis padres murieron en un accidente de tráfico y una familia rica me acogieron en su casa. Pero antes de eso, tuve que pasarme dos años en un orfanato horroroso y asqueroso.

– ¡Wow! Si que te ha jodido la vida.- interrumpió Bobby, como casi siempre.

– ¿Quién es este?- preguntó Ed mirando a Cristian con la ceja izquierda levantada hasta la frente.

– Éste es mi pequeño amigo Bob.- contestó tranquilamente.

– ¿Sólo tienes a este como amigo?

– Sí, es el mejor. Pero tengo otras dos amigas que son buenísimas.

–  ¿Y cómo se llaman?

– Sara, que es la hermana de Bob y Kelly. Están sentadas por ahí delante.

-¿Cuántos años tienen?

– Sara, 14 y Kelly, 16.

– Qué raro, ¿no? Tú con 13 años y tienes amigos con esas edades.

Edgar se extrañó muchísimo, pero Cristian se rió y le contestó mirando a Bobby.

– Lo mismo que dicen que el amor no tiene barreras, la amistad tampoco entiende de edades.

Un niño se acercó, sentándose cerca de Ed y miraba fijamente a los dos amigos.

– ¿Quién es?- preguntó Bob.- Me da miedo su mirada.

– Es un amigo.- contestó Edgar- No puede hablar, es mudo.

– ¿De nacimiento?- preguntó Cristian.

– No, lo cierto es que lo traían mis padres para que durmiese en casa aquella noche…

– O sea, que el estuvo dentro del coche cuando ocurrió el accidente.- dijo Cristian.

– Así es. Yo creo que por el miedo que pasó con los golpes y vueltas del coche, no recuperó el habla.- contestó Ed muy triste.

– ¿Por qué no hablamos de otra cosa?- preguntó Bob.

-¿De qué quieres hablar Bibi?- preguntó Ed con algo de sorna.

– No me llames así. Me llamo Bob.

– Vale, perdón., Bob Bobby.- le contestó Ed con una sonrisa, mirando a Cris. Bob le miró con furia, pero nadie se dio cuenta que Jim, el mudo, también se le escapó una sonrisa.

– Ya en serio.- dijo Ed.- ¿Qué películas os gustan?

Todos se quedaron pensativos, pero cada uno dijo una película y así descubrieron sus gustos. A Bob le gustaba Parque Jurásico, a Cristian las de superhéroes y a Ed las de acción.

– Y a Jimmy, le gustan las película en blanco y negro del cine mudo. Ja ja ja.- bromeó Ed.

A Jim no le gustó esa broma, se le saltó una lágrima y agarró con furia a Edgar por el cuello de la camiseta. Le amenazó con su mirada, pero decidió dejarlo así y se sentó junto a Sara, a la ni siquiera conocía.

– ¡Te has pasado mogollón, tío!- le gritó Joe. Éste tragó saliva del susto, pero Kelly lo salvó de una reprimenda. Lo cogió de la mano y le dio un beso en la boca.

– ¡Vaya morreo!- saltó Bob.

– Eso os aseguro que no lo hace todos los días.- dijo Cristian. Los tres empezaron a reírse.

Sara miraba por la ventana los árboles y montañas, pero no perdía ojo del chico que se había sentado a su lado con cara de amargado. Tras pensarlo, decidió preguntar.

– ¿Cómo te llamas?

No tuvo éxito su intento de iniciar una conversación, ya que el niño la miró e intentó deletrear su nombre con la boca y gesticulando con las manos. Ella no entendió nada, así que volvió a mirar por la ventana. Jim quedó cabizbajo y frustrado.

A pesar de eso, al rato todos los chicos ( y las dos chicas) ,se conocieron. Hablaron incluso con el conductor, pero lo único que le sonsacaron fue su nombre. Bruce, se llamaba así. Todos volvieron a sentarse cuando este se hartó de preguntas y los mandó a tomar asiento.

Estaban cada cual a lo suyo, hablando tranquilamente cuando al conductor, por el cansancio, se le cerraron los ojos. El autocar perdió el control. La velocidad aumentó considerablemente al encontrarse en pendiente por una montaña. Todo iba cuesta abajo. Los gritos de los niños no tardaron en florecer. El autocar detuvo su marcha en seco, quedando al borde de una pendiente pronunciada. El pánico cundió.

– ¡Joe! ¿Qué vamos a hacer?- decía Sara desconcertada.

– ¡Calmaos! No os asustéis. No pasará nada. Intentaré abrir la puerta.- Se acercó, pero el conductor parecía desmayado más que dormido.  Habría sido un golpe de calor.

– Cuidado a ver si esto va a hacer que perdamos el equilibrio y caigamos.- la parte delantera del vehículo se inclinó hacia adelante.

– ¡Estamos perdido! ¡Acabados! ¡Adiós, vida!- Kelly hablaba sinsentido, estaba muy asustada. Joe se le acercó.

– Cariño, no te asustes. Yo te cuidaré hasta el final.- y la abrazó. De alguna manera tenía que simular que estaba aterrado también.

De pronto, Jimmy parecía haberse vuelto loco, se movía compulsivamente y señalaba al conductor. Joe corrió a ver lo que Jimmy le quería decir. Bruce se había puesto morado por momentos, estaba muerto, eso es lo que Jim le intentaba decir. El autocar comenzó a balancearse peligrosamente. Todos fueron corriendo a la parte trasera, pero ya era demasiado tarde.

El autocar finalmente cayó y empezó a dar vueltas cuesta abajo derribando los delgados árboles de la pendiente. En el interior todos gritaban. Los cristales se rompieron, los niños se cortaban y los asientos se salpicaban de sangre. El cadáver de Bruce cayó encima de Bob en una de las vueltas y el gritó aún más intentando apartarlo. Todo sucedió muy deprisa. El autocar se hacía pedazos por cada vuelta que daban y el mareo provocó los vómitos de algunos de ellos. Alguna rueda se desprendió adelantando al autocar y los chicos perdieron el conocimiento.

Por fin el autocar se detuvo bocabajo al chocar contra un árbol más robusto.  Los chicos quedaron tumbados de inconsciencia sobre el techo entre cristales y sangre.

Pasaron varios minutos hasta que Bob se reanimó. Tenía una herida muy fea encima de la ceja y varios arañazos y hematomas por el resto del cuerpo, pero no se había fracturado nada, lo importante es que seguía vivo. Buscó a los demás, que fueron despertando poco a poco.

– ¿Ed? ¿Te encuentras bien?- le preguntó Cristian, al que se le habían partido algunos dientes contra algún asiento. Por supuesto, todos estaban heridos, pero Edgar presentaba unas heridas horribles, cortes profundos, pero sobre todo en su muslo derecho. Ahí tenía una enorme raja de la que brotaba sangre sin parar inundando todo a su alrededor. A Cristian le entró el pánico nuevamente.

– ¡Edgar!- insistió en llamarlo, hasta que por fin este contestó (con una voz muy débil).

– Qué…

– Vamos, tenemos que salir de aquí.

Jimmy le miró negando con la cabeza .

-¿Por qué?- le preguntó Joe desesperado.1

En ese momento, Kelly, Sara, Bob,Ed y Cristian, se dieron cuenta de lo que Jim les pretendía decir. Empezaron a gritar al ver como un oso enorme se acercaba a ellos. Al escucharlos, el animal hizo un ruído extraño y se puso en pie delante del autocar volcado. Joe no tardó en cagarse de miedo y echarse atrás para alejarse de ese bicho. El oso comenzó a golpear el vehículo y todos volvieron a gritar de espanto.

– ¡Vamos a salir por las ventanas!- les gritó Joe.

Todos le hicieron caso y Joe ayudó a Ed a salir de allí para después echárselo al hombro. Esa pierna lo estaba poniendo perdido, pero en ese momento, lo único que importaba era huir de aquel oso. Corrieron mirando hacia atrás y vieron como el oso perdió el interés en ellos. A pesar de eso, vieron unas enormes rocas y se escondieron tras ellas.

Kelly ayudó a Joe con la herida de Edgar. Lo tumbaron en el suelo y Joe se sacó un pañuelo rojo que llevaba en el bolsillo trasero del pantalón para presionar la herida. Ella se quitó el cinturón y le hizo un torniquete por encima del muslo. Bob se quitó la camisa que llevaba desabrochada a petición de Joe para taparle la herida. A Sara pareció darle un ataque al presenciarlo.

– ¡No estamos aquí! ¡Estoy en casa, estoy en casa! ¡Nunca subí al autocar! ¡Quiero a mi mamá!

Joe se levantó y la cogió por los hombros para tratar de tranquilizarla. Su vestido estaba lleno de sangre y tierra. También había sufrido varios cortes y arañazos, pero ninguno de gravedad.

– Mamá me va a matar…-decía la niña.- No debí ponerme el vestido nuevo. ¡No!- Sara no conseguía tranquilizarse, los nervios no la dejaban. Su hermano se arrimó a ella.

– No creo que eso le importe a mamá.- le dijo Bob, que le corrían unos surcos de lágrimas mezclados con tierra y sangre por las mejillas.Además de la frente sudada y llena de porquería.- A ella lo único que le interesa es que volvamos a casa sanos y salvos.

Kelly volvió junto a Joe al autocar con cuidado para buscar su mochila y (¡gracias!) no tardaron en encontrarla. Regresaron detrás de las rocas con los demás y ella sacó su botiquín personal de la mochila. Curó como pudo a Ed y luego entre ella y Joe hicieron lo mismo con los demás y ellos mismos.

– También tengo unas agujas de costura e hilo.- dijo Kelly mirando a Joe.

– ¿Qué quieres decir con eso?

– Que le podriamos hacer unos puntos a Ed en el muslo para cerrar la herida.

– ¿Sabes hacer eso?

– Bueno, sólo lo he hecho sobre telas y ropa, pero creo que no tenemos más opciones por aquí.

– Bueno, dime qué quieres que haga.

– Desinfectaré la aguja con el alcohol, mientras tu le limpias la herida, ¿vale? Luego le agarras fuerte la pierna para que yo pueda intervenir.- Joe la miraba como un tonto embobado y asustado, pero reaccionaba rápido.- y tú Cristian sostendrás esta linterna (la sacó de su mochila) para alumbrar el muslo.

– De acuerdo.

Todos estuvieron atentos y nerviosos ante la «operación». Sara se comía las uñas, Bob se rascaba la cabeza, Cristian se quedó inmóvil y Jim se dedicó a romper ramitas mientras observaba igual que el resto, con los ojos desorbitados.

Ed se quedó durmiendo, bueno, en realidad se desmayó al ver la aguja que sostenía Kelly en la mano con un hilo negro enebrado. Empezó a coser  el muslo y cuando acabó pareció no haberlo hecho nada mal. Se levantó.

– Hemos terminado, Joe.

– Lo has hecho muy bien, doctora.- le contestó.

Todos se pusieron muy contentos al ver que Ed abría los ojos tras dos horas de espera. Serían aproximadamente las cinco y media de la mañana.

– Gracias.- fue lo primero que dijo Ed mirando a Kelly.

– No hay de qué, tontín  Los amigos están para eso.

Rieron un largo rato, pero en algún momento, el sueño les venció a todos. Cristian se levantó de golpe.

– ¡Despertad! ¡Ya está amaneciendo!- con ese grito despertaron los demás.- Nos hemos dormido. Deberíamos buscar algún refugio para escondernos de los animales salvajes.

– Cristian tiene razón.-afirmó Joe.- Hay que encontrar algún refugio o algo buscando protección y ver si tienen teléfono. Tenemos que pedir ayuda y avisar del accidente por lo de Bruce y Ed.  Se levantaron todos y comenzaron la caminata por el bosque. No estaba muy verde ese bosque, parecía mas bien como si hubiera sufrido algún incendio no hace mucho. Caminaron en una dirección que desconocían, pues no sabían ni donde estaban.  Joe y Kelly mantenían la esperanza de poder descubrirlo pronto.

– Estoy cansado.- dijo Bobby.

– ¿Estás muy cansado?- le preguntó Joe detrás de el.- Qué lástima, yoo llevo a Ed a mis espaldas tres horas seguidas ya y…

Kelly cortó a  Joe en mitad de la frase.

-¡Mirad! ¡Ahí delante hay unas tiendas de campaña de color verde…¿Qué hora es?

– Son las ocho y cuarto de la mañana.- contestó Cristian. Sara les miró como una zombi.

– Bien chicos, ¡estamos salvados!- dijo Joe.

– ¡Bieeeeen!- gritaron todos a la vez y corrieron hacia el campamento. A Jim se le iluminó el rostro de felicidad. Al final llegaron y lo primero que hizo Joe fue dejar a Ed en el suelo. Éste se apoyó en su hombro, manteniéndose  con su pierna sana. Estaban todos muy agotados, pero se quedaron boquiabiertos cuando vieron el letrero de la entrada del campamento.

CAMPAMENTO DE VERANO

«LOS * PERDIDOS»

Escrito por Luis M. Sabio


Entrada LFM (Lo Flipo Mucho)


11 de marzo 2012. Se observa lo que parece una nave repostando en el sol.

Ésta noticia me la enseñó mi mejor amigo al día siguiente de publicarse en la web de Planeta Gea, la cual visita asiduamente y me ha enganchado a mí. Es curiosa en general, llena de paranoias que puedes creer o no, pero no dejan de ser interesantes. En particular, la noticia de una supuesta nave repostando en el sol, me produjo de primeras escalofríos…no estamos solos. Yo lo sé ya desde «Independence Day», que nos estaban preparando para algo así. Bromas aparte, jeje. También la ví con algo de escepticismo, pero es tan convincente que no sé que pensar.

Por supuesto, la NASA ha desmentido esto en rotundo, lo cual no me tranquiliza, pues tampoco es que le hayan dado una explicación lógica a este asunto. Nos informan de lo que quieren y como quieren. Tienes la elección de creer o simplemente de seguir como si nada hubieses visto ni escuchado. Una paranoia que me encantó y que quería compartir con vosotros.

EL PISTACHERO

Es un árbol pequeño del género Pistacia, originario de las regiones montañosas de Grecia, Siria, Irán, Kirguistán, Turkmenistán, Turquía, Pakistán y Afganistán occidental

Llamadme inculto si queréis, pero hasta hace unos meses pensaba que los pistachos procedían de plantas y eran las semillas, claro. Resulta que google es tan maravilloso que aclara muchas dudas existenciales y profundas que a uno le dan de repente. Así que consulté y pude comprobar lo equivocado que estaba, proceden  de un árbol llamado Pistachero, Alfóncigo o Alfónsigo y científicamente conocido como Pistacia vera L.Anacardiaceae, o algunas veces Pistaciaceae. 

Esta información ha sido consultada de wikipedia y si pincháis en la imagen del pistachero, os enlazará con ella para informaros más ampliamente sobre su biología, etimología, cultivo, composición e historia.  Ésto no es una tarea obligatoria, pero será entretenido.

Performance «I wanna see your peacock» de Katy Perry en Chatroulette

Hace meses que ví este video y aún me lo pongo partiéndome la caja torácica de la risa. Primero por su interpretación tan cachonda, su cara y poca vergüenza. Segundo, por las reacciones variadas de la gente que se encuentra con él por casualidad. Algunos se sorprenden y otros se mueren del asco. A otros les cortan el rollo.

A mí me gusta la chavalilla que le da por hacer como si le estuviera dando azotes al colega, es una reacción genial y divertida. Siempre que lo revisualizo, encuentro cosas nuevas.

EL REY SE VA DE CAZA POR ÁFRICA Y TIENE UN ACCIDENTE.

La caza del rey no es un secreto, pero la que se está liando es gorda. Es una pena que la monarquía española esté dando estas noticias en el mundo, entre este viaje que no se confirma de dónde han salido los gastos ( ya se sabe) y el auto-disparo en el pie de su nieto mayor, es una verdadera pena. No hablemos ya del marido de la infanta Cristina…

MÚSICA, MAESTRO.

Esta parte va dedicada a la música, seis temas de actualidad que me han llamado la atención. Haced click en los enlaces para disfrutar de los videos en youtube. Con la colaboración de DIVA MONSTER.

MADONNA —) Girls gone wild__________________Con Andrés Velencoso dando taconeos.

RED HOT CHILI PEPPERS—)) Look Around________Son únicos en su especie.

AMARAL—)) Cuando suba la marea._____________Tema de su disco Hacia lo salvaje

ADELE—-)) Rumour has it_____________________Lo que tienen los rumores

SWEDISH HOUSE MAFIA—)) Save the world_______¿Quién salvará al mundo esta noche?

M.I.A—-))  Bad girls_________________________Chicas malas

UN COLEGA CUMPLIENDO CON UNA PROMESA

Visita su blog de 2 millones de pasos. Prometió que si la salud de su madre mejoraba, recorrería descalzo el camino de santiago desde la puerta de su casa en Aguadulce (Almería) hasta Santiago de Compostela. Valiente, se propuso hacer un documental con ésto y si quieres tú puedes ser uno de los productores del mismo a partir de 2 €.

8 PELÍCULAS DEL CINE QUE NOS VIENE Y QUIERO VER.

«PROMETHEUS»

Película de ciencia-ficción escrita por John Sphaits y Damon Lindeloff (Perdidos). Dirigida por Ridley Scott. Cuenta en su reparto con Noomi Rapace (Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres), Michael Fassbender, Idris Alba, Charlize Theron ,Marshall Logan-Green y Guy Pierce. Sinópsis: Supuesta precuela de la saga Alien, dirigida por el mismo responsable de la primera parte, nos llega esta historia emocionante sobre una tripulación de una nave llamada Prometheus que busca una información para encontrar los orígenes de la humanidad y acaban explorando una civilización avanzada de alienígenas.

Otras son REC 3: Génesis, que ya se ha estrenado y aún no la he visto.Los vengadores, The Cabin in the Woods, Django Unchained, Upside Down, El caballero oscuro: La leyenda renace o El Hobbit: Un viaje inesperado.

Precuela de la saga de terror española de más éxito dirigida, esta vez en solitario, por Paco Plaza. Escrita por el junto a Luis Berdejo. Cuenta en su reparto con Leticia Dolera, Diego Martín,Carla Nieto, Alex Monner, Ismael Martínez, Emilio Mencheta, Ana Isabel Velásquez y Blai Llopis, entre otros.Sinópsis: Es el gran día de Koldo y Clara, pues celebran su enlace junto a sus seres queridos. Todo cambia cuando algunos invitados comienzan a mostrarse cada vez de manera más extraña y acaban con una espiral de violencia, sangre y muertes a su alrededor. En mitad del caos, los novios se separan y luchan por reencontrarse de nuevo…cueste lo que cueste.

 Dirigida por Juan Diego Solanas y protagonizada por Kirsten Dunst y Jim Sturgess. Sinópsis: Un hombre en busca de un universo paralelo para encontrar el amor de su juventud.

Dirigida por Peter Jackson, si, el mismo de El señor de los anillos, el remake más actual de King Kong  o The Lovely Bones. Protagonizada por Martin Freeman, Ian McKellen, Andy Serkis, Cate Blanchett, Saoirse Ronan, Evangeline Lilly, James Nesbitt, entre otros. Sinópsis: Primera parte de la historia que sigue las aventuras de Bilbo Bolsón para recuperar el tesoro y el reino enano de Erebor, que fueron arrebatados por el temido dragón Smaug.

Película dirigida por Quentin Tarantino con un reparto de cine formado por Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Samuel L. Jackson, Kurt Russell y Kerry Washington, entre otros. Sinópsis: Un esclavo liberado y entrenado por un cazarrecompensas, se unen para zanjar algunos asuntos y él se embarca en una aventura por liberar a su novia de las garras del propietario de una plantación.

FIN DE LA RETRANSMISIÓN.

Seguiré con las paranoias.


REPLICANTE: PARTE 8


Los tres amigos se miraban mútuamente y luego hacia el arbusto con una tensión que parecía poder rasgarse con un simple susurro. Se encontraban temerosos por desconocer lo que se ocultaba tras esos matorrales y de pronto la incógnita se dejó ver.

– ¡Es un conejo!- exclamó Sandra; así que suspiraron aliviados mientras veían al animalito de color marrón claro que les observaba con su simpática forma de olisquear a su alrededor.

– Qué susto que nos ha dado el jodido.-dijo Joaquín.

– Con lo bonito que es. Mirad qué orejitas más graciosas tiene, como las tensa para escucharnos.- decía Eva mientras se acercaba al animal.- Ven, bonito.-dijo extendiendo el brazo, pero el conejo no se movió del sitio.- Es que mis abuelos antiguamente criaban a sus animales de corral en el pueblo. Así que crecí con ellos…los conejos y las gallinas eran mis animales favoritos. Me encantan, son adorables por mucha peste que luego huelan.

Joaquín y Sandra la observaban, pero él no dejaba de mirar de un lado a otro, pues no olvidaba el motivo por el que se encontraban en mitad del bosque de Trévelez a esas horas de la noche. Los pájaros no cantaban, el silencio reinaba y menos mal que la lluvia había cesado con su húmedo incordio. A todo esto, Eva estaba cada vez más cerca del conejo y a Sandra le asaltó una duda repentina.

– Que cosa más rara.- le comentó a Joaquín- Lo lógico sería que el animal huyese de ella, no que se acerque y se quede ahí mirandonos. ¿No?

– Pues ahora que lo dices, si que es extraño…-comenzó a decir él. Pero justo en el instante que Eva se agachaba ante la criatura para intentar acariciarla, otros ocho conejos aparecieron de la nada para rodearla. De esto ella no se había dado ni cuenta y sus amigos vieron a esos conejos acorralandola cada vez más sin dejar el ritmo compulsivo de sus hociquillos.

– ¡Cuidado Eva! ¡Ésto tiene que ser una trampa!- gritó Sandra.

Eva, al escucharla, dejó de prestar atención al conejo para incorporarse bruscamente y con las mismas darse la vuelta y contemplar lo que a su amiga había alarmado tanto. Se quedó atónita, pues jamás había visto nada igual desde Blancanieves y estos no parecían venir para bailar y cantar. En segundos, mientras le pasaba esa chorrada por la mente, más conejos salieron de sus escondites y ya se podían contar más de veinte. No supo reaccionar, quedando paralizada y observando a esos bichejos como la miraban a ella…con lo bonitos que eran, ahora de estos no tenía la misma opinión.

Joaquín miró al suelo buscando desesperadamente algo para arrojarles y espantarles. Vio unas piedras de mediano tamaño, que no dudó en recoger y lanzar. Acertó de pleno contra el cráneo de uno, que lejos de salir huyendo o caer abatido por el golpe, se convirtió en una nube de luciérnagas verdosas y luminiscentes. Cual enjambre de abejas, salieron volando en dirección a su agresor y al estar Sandra a su lado, también se convertía en su objetivo. Ambos, de forma instintiva, se dispusieron a salir corriendo para proteger sus vidas, pero unas raíces brotaron de la tierra y les sujetaron los pies firmemente impidiendo su avance. Cayeron al barro  escuchando los llantos de Eva.

Eva se había orinado encima por la situación y por si no había tenido bastante, aquellos conejos, ahora incontables para ella, iluminaron sus ojos del mismo color de las luciérnagas que estaban atacando a sus amigos. Uno de ellos saltó hacia su rostro y antes de propinarle un manotazo para apartarlo, consiguió ver unos dientes afilados de color metal. Definitivamente, no eran conejos normales…Luego se le complicó más, no paraban de atacarla ,así que ella repartía patadas, pisotones y manotazos a diestro y siniestro. Luchaba por sobrevivir, pero consiguieron morderle las piernas, desgarrando sus músculos y tendones. Sintió un tremendo dolor,  pero no le dio tiempo a quejarse por el cuando otros tres o cuatro le atacaron los brazos y quedaban enganchados a ellos. Le vencieron las piernas y perdió el equilibrio cayendo de lado entre la masa de conejos. Ella gritaba, pero nadie podía ayudarla ya, pues lo último que sintió es que le arrancaban las orejas y cada vez más partes de su cuerpo. Se desmayó y cerró el ojo que le quedaba por última vez en su existencia, pensando que estaba siendo devorada por extraños conejos híbridos o algo parecido. Estuvo equivocada, pues no estaba siendo devorada, sino que estaba siendo descuartizada en pedacitos por «destructores» con la apariencia de esos animalitos que despertaban bellos recuerdos de su infancia. Pero claro, ella desconocía ese dato, poco importaba ya si su luz se había apagado y lo último que pudo presenciar fueron sus propias entrañas escapando de su interior. Y los conejos jugaban y parecían burlarse. Disfrutaban.

Sandra quiso morirse cuando esas raíces (¡vivas!) se enredaron por sus tobillos, levantándola al vuelo y dejándola cabeza abajo a más de tres metros de altura. Veía como su novio corría la misma suerte a escasa distancia la una del otro. Por un momento se sintió como un murciélago.

Raíces que emergían de la tierra para atraparte y colgarte, era una locura, ¿estaba volviéndose loca?- pensaba Sandra. No pudo más que gritar, agitando los brazos e intentando tomar impulso para poder agarrarse a la raíz que la sujetaba. No quería que la sangre se le subiera a la cabeza, pero parecía más que complicado, algo imposible.

Al fin lo consiguió, creo que pasaron segundos, pero a ella le parecieron horas. Se enganchó y se arrepintió de momento, pues ahora podía ver de dónde procedían realmente aquellas raíces tan monstruosas. Miró hacia Joaquín, que no aún seguía con sus movimientos convulsivos, boca abajo y ella le gritó, pues no podía ser real lo que sus ojos le hacían ver.

– ¡Nene! ¡Mira! ¡Por lo que más quieras! ¡Mira!

Joaquín detuvo sus pasmódicos intentos de huída y miró. Entonces fue cuando lo vio. El árbol con dientes afilados, la bestia que Dani les había descrito cuando apareció de regreso…sin Erika.

– Mierda, estamos muertos.- lo dijo en voz alta de forma involuntaria.

A pesar de sus palabras, Sandra estaba decidida a escapar y comenzó a morder la raíz, aunque sus dientes no consiguieron siquiera arañar la superficie. Aquello estaba más duro que el metal y tampoco es que ella fuera un castor, pero la desesperación, a veces, nos hace realizar actos que jamás habríamos imaginado. Miró hacia la boca oscura con dientes deformes y brillantes en mitad del tronco. Volvió su mirada a su querido y vio que este se había rendido quedando paralizado por el pánico.

– ¡Joaquín, por dios, haz algo! ¡ Que nos va a comer vivos!- le regañó ella. El levantó la cabeza para mirarla a los ojos, estaba algo mareado y contestó mientras las raíces los acercaban más a las fauces del monstruo.

– ¿Y qué quieres que haga?

–  ¡Alto chatarra inmunda! ¡Ha llegado el alma de la fiesta!

Como pudieron, la pareja miró atrás, de donde procedió aquella voz. La bestia se detuvo en eso de abrir y cerrar su boca (si así se le podía llamar) para hacerles sudar del miedo.

Era una chica. Iba vestida con un mono ceñido de color negro. Portaba un arma un tanto singular entre sus manos y esta no dudó en disparar unos rayos verdes con ondas eléctricas del mismo tono a los conejos que estaban bañados en la sangre de Eva. Fue defensa propia, pues esos bichos comenzaron a atacarla. Con los disparos, estos se disolvían en un enjambre de luciérnagas brillantes y verdosas que se dispersaron en varias direcciones. Otras se apagaban de momento, cayendo eliminadas.

– ¡Socorro! ¡Ayúdanos!- gritaron los dos, casi al unísono. La chica disparó primero a las raíces que los tenían atrapados por los pies y luego a la dentadura metálica del gigante. Los novios caían por la ley de la gravedad, pero esa chica los cazó al vuelo con un salto asombroso y se los echó a los hombros. No podía ser humana, pero era buena. Por poco, el monstruo los aplasta a los tres con una de sus ramas más gruesas e increíblemente extensibles. Menos mal que los reflejos de AX-7 eran excelentes.

Dani, que flotaba en la esfera por encima de ella e invisible para los del exterior, se quedó atónito y dejó de quitarse algunas astillas que aún le quedaban clavadas por el cuerpo. En su muñón no quería ni pensar, ya tendría tiempo para ello. Ahora solo le mportaba seguir con vida.

AX-7 , con dos humanos a los hombros y otro sobrevolando su cabeza, corría velozmente para alejarse de aquel árbol grotesco formado por un conjunto de nanobots. Era asombroso lo que disfrutaban con producir terror y sufrimiento a los seres humanos. Tenía que salvar a estos humanos. Tomó una decisión rápida y se detuvo, posando a Joaquín y a Sandra en el suelo. Ambos se fusionaron en un abrazo y se dieron un beso. De esos besos cuando ves a tu pareja tras una semana esperándola.

– Bien.-les dijo- Escuchadme, tengo que elegir a uno de vosotros para enviaros lejos del peligro. No hagáis preguntas ahora. Tendréis respuestas más adelante, si se estiman oportunas.- Los observó por un instante con detenimiento.  Ambos tenían una cara tan estúpida que estaba segura de que si ella fuese humana, se habría reído.-Tú- dijo señalando a la chica.- Tú irás con tu amigo herido, después me ocuparé de tu chico.

– Soy Joaquín,. Me llamo así, gracias por ayudarnos, seas quien seas.- y quedó callado cogiéndole la mano a su novia.

– Eso, gracias.- dijo Sandra.- Gracias por salvarnos. Yo soy Sandra. Encantada de haberte conocido. ¡Ese árbol se movía, era fuerte y tenía una boca enorme con dientes afilados!

-…Sí, ya lo he visto.- contestó AX-7.

– Perdóname, es que estoy un poco alterada.- y le dio un escalofrío.

– Es lógico. Esta situación sobrepasa tu entendimiento humano, lo cual te provoca ese horror.

– Entonces tu no eres humana. vale, te creo, pero, ¿qué eres?

– Dije que nada de preguntas por el momento.- AX-7 levantó su brazo apuntando al cielo y luego lo bajó lentamente.

De pronto, ahí estaba Dani. Le faltaba un pie, pero aún estaba ahí. Los dos se soltaron las manos para agacharse y abrazar a su amigo.

– ¡Estás vivo!- gritaron ambos . Sandra le tocaba el pelo y el rostro para comprobar que realmente Dani estaba ahí.

– Aparta, Joaquín, levanta, que se nos echan encima.- ordenó AX-7.

Este obedeció la orden de su salvadora y tanto Sandra como Dani, desaparecieron de su vista. Lloró ante la posibilidad de que aquella hubiese sido la última mirada que le había dedicado a su novia y eso lo desolaba por dentro.

Esta en cambio, se vio encerrada de repente dentro de una especie de burbuja transparente. Palpó lo que delimitaba su espacio y gritaba el nombre de Joaquín, pero este no la escuchaba y le vio llorar, lo cual la contagió.

– Pero, ¿qué es esto?- preguntó de rodillas frente a Dani.

– Es una esfera teletransportadora.- contestó este.- No te preocupes, aquí estaremos a salvo.- Ella le miró con esos ojos de rimmel corrido y le preguntó, mientras se sorbía los mocos.

– Ésto es una locura, ¿verdad? No es que yo esté loca ni me imagine cosas que no están ocurriendo, ¿no?-

Dani la abrazó. La esfera se movió, elevándose velozmente de tierra firme.

–  No estás loca. Ya nos gustaría estarlo en estos momentos.- dijo Dani, acariciando involuntariamente su muñón.

– ¿Y a dónde nos llevará esta bola?

– No lo sé, supongo que a algún lugar seguro. No sé mucho más que tu, creo. Te haré un resumen por el camino.

– Vamos muy rápido. Me estoy mareando viendo el bosque y las montañas tan debajo de nosotros a la luz de la luna. Pero no noto la velocidad que llevamos. Es raro, ¿tú crees que son extraterrestres?

– No, no lo son.

En ese momento, Dani le contó con detalle lo que le había sucedido esa noche, que tan larga se le estaba haciendo. Comenzó por cuando salió en busca de leña junto a Erika hasta acabar metido en la esfera con ella, volando através de la oscuridad nocturna y adornada de estrellas. Acabando su versión, Sandra hizo lo mismo por su parte, omitiendo detalles íntimos e innecesarios de contar. Acabó llorando por Eva. Recordaba sus gritos. El horror atrapado entre sus amigdalas.

– Espero poder volver a ver a mi media costilla.- dijo.

– No te preocupes por Joaquín. Esa tía es fuerte y conseguirá protegerle.- dijo Dani, muy convencido de sus palabras.

– Eso espero. Eso espero.- suspiró Sandra.

 

 

Escrito por Luis M. Sabio


LOS NIÑOS PERDIDOS. Capítulo 1º


Bueno, primero he de decir que esta «novela» la escribí hace más de 14 años y no se si en la actualidad podría gustar. Haré leves cambios en la misma, pero la narración será diferente a mi anterior historieta. Espero que os gusten las aventuras y disfrutéis como yo lo hice cuando la escribí siendo un niño. Gracias por vuestras visitas, siempre reconfortan y te hacen sentir que escribir este blog merece la pena.

Introducción

Un día, un grupo de amigos salieron de sus casas situadas en un pueblo, para jugar a la pelota. Eran cuatro; dos chicos y dos chicas. Tenían edades comprendidas entre los 11 y 16 años.

Ellos se llamaban Bob y Cristian. Bob tenía 11 años, siendo el menor del grupo y Cristian tenía 13 y era bastante listo, a veces. Ellas se llamaban Kelly, que era la mayor y después Sara, que tenía 14.

Si, tenían una diferencia de edad, pero si me preguntan cómo podrían tener tanta amistad, no lo sé. Quizás la personalidad de cada uno y que en un pueblo, pues eso, que es muy pequeño y casi todos se llevan bien.

Bob y Sara eran hermanos. Su padre se llamaba Tom, que era un hombre muy ocupado, abogado y carente de sentido del humor. Su madre, Kate era una mujer atractiva, simpática y graciosa, pero sobre todo una buena madre y ama de casa.

Cristian tenía unos padres aburridos en su opinión. Su padre, Bill, trabajaba en un taller mecánico. Los fines de semana iba con él para hacerle compañía. A su madre, Dolly, la veía como una gorda que no paraba de tragar, no le gustaba la limpieza en absoluto. Lo único que se le daba realmente bien era preparar comidas, desayunos abundantes y cenas deliciosas. Ellos nunca solían escuchar a su hijo y se evadían de los problemas personales de su hijo único.

Kelly sólo tenía una madre que se llamaba Sue. Sus padres se divoriciaron y a los dos meses, George, su padre, decidió suicidarse a base de píldoras y cayó por el balcón de un octavo piso. Aquella fue una época terrible para ella. Después, su madre comenzó a sentirse culpable y ahogaba sus penas en el alcohol. Kelly ya sabía las situaciones de la vida, que no siempre eran de color de rosa. Hacía todo lo posible por estudiar para en un futuro, poder optar a un trabajo digno. En el instituto, la odiaban por ser la empollona y en realidad, lo único que hacía era dedicar dos horas diarias al estudio y luego demostrar lo aprendido.
En fin, creo que ya he explicado de forma breve, suficiente información sobre sus familias y parte de sus vidas.
Bob, como ya dije, era el menor del grupo y le caracterizaban su timidez y su gran imaginación. Le llamaban Bobby. Su hermana Sara, en cambio, no era para nada tímida, participaba en el taller de teatro de su colegio, le gustaba cantar y bailaba en las fiestas del pueblo.

En este pequeño grupo, también se encontraba Cristian, un chico inteligente que aportaba sus opiniones y aceptaba consejos de la mano de Kelly. Tenía un carácter algo pesimista, pero por lo demás era un chico estupendo.

LA CASA DE CRISTIAN

Cada cual volvió a su casa, quedando a las tres de la tarde para volver a encontrarse. Sólo faltaba una hora y así podían seguir jugando, conversando y pasando un rato agradable en vez de acartonarse en el sofá ante la caja tonta. Cristian entró angustiado a su casa con ese olor a pescado frito que tan poca gracia le hacía. El era un chico muy delgado, por lo que su oronda madre le obligaba a comer y siempre que podía, le echaba el pescado al perro.

Su padre estaba sentado en la mesa, bastante sudoroso y sucio, comiendo con ansias, como si se tratase del último almuerzo. No es que tuviera ninguna prisa, sólo era una costumbre fea y desagradable de presenciar. Su madre se tragaba literalmente el pescado sin hacer aspavientos con las raspas (lo que entra ya saldrá, era su lema).

– Hijo, ¿qué piensas hacer cuando seas mayor?- le preguntó su padre con la boca llena de comida que se desbordaba y visitaba de nuevo la mesa. Él con algo de asco y congoja, le contestó:

– No lo sé. Aún no he pensado en ello.- y su madre le replicó.

– ¡¿Qué quieres que haga este desgraciado hijo mío?! Lo único que hace son tonterías. Porque mira, seguro que lo ponemos junto a un palillo y ni siquiera se le ve de lado. Además, no se notará la diferencia y en tan poco sitio no hay cabida para un buen cerebro que le deje pensar.- Cristian no conseguía enlazar qué tenía que ver su mente con su peso, pero era mejor no contestarle para llevarse un azote.

– Es verdad, hijo.-contestó su padre, pero le hizo un leve guiño de ojo a su hijo y éste le sonrió.- Debes comer algo más, pues el estrés del cole no debe quitarte el hambre.

Así fue como su padre detuvo aquella conversación tan estúpida que no habría soportado por mucho más tiempo. Sólo tenía 13 años y aún no tenía prisa por descubrir lo que iba a ser en el futuro. Miró al reloj que marcaba las tres y salió corriendo de la casa sin recoger su plato.  Dolly miró a su marido con enojo y dijo:

– ¿Cuándo aprenderá este niño?…¡Ay! ¡Me he quemado! -«Eso le pasa por tragona», pensó su marido, y le entró la risa floja delante de su esposa…o ballena, Dolly.

-¿De qué te ríes? No le veo la gracia. – dijo esta.

– Pues yo sí.- contestó Bill sin poder dejar de reír.- Es que podrías soplar antes de engullir.

-¡No te burles de mí!- gritó Dolly bastante furiosa y se levantó para coger la tapa de la olla y golpear a su marido en un hombro.

– ¡Aaah! Me has hecho daño, ¡gordita!

– ¿Gorda yo? ¿A mi me dices eso? ¡No te lo consiento! ¡Eso no!

PLOF!

Le volvió a golpear el otro hombro a su marido.

– ¡Estás loca! ¡Asquerosa, gorda, foca! ¡Quiero el divorcio!- gritaba Bill.

– ¿El divorcio? ¡Yo si que te voy a dar divorcio, capullo ignorante!

Dentro de la casa de Cristian se formó un alboroto que se escuchaba en casi todo el vecindario, el cual, por supuesto ya estaba curado de espanto con esta familia, pues era el pan de cada día. La comidilla de las «marichachis», la prensa rosa del barrio.

EL CAMPO Y LA CIUDAD

Cristian corrió mirando hacia atrás y chocó con Sara, que estaba hablando con su hermano Bob. Iban caminando hacia la casa de Cristian para recogerlo. Hablaban de comercio, una conversación un tanto extraña, pero para ellos no lo era.

– Perdón.-dijo Cristian

-No pasa nada, pero tienes que mirar más por dónde vas.- dijjo Sara.

– Oye.-dijo Bob- ¿Por qué no llamamos a Kelly y nos vamos al campo?- Bob y sus ideas de crío.

– ¿Qué campo?- preguntó Sara.

– Pues el que hay detrás de aquellos árboles que se ven al fondo,¿Verdad, Cristian?

– Sí, es cierto, pero me extraña que nunca lo hayas visitado.- contestó este.

– Pues no. Nunca he ido, así que no lo he visto. ¿Os parece buena idea?

– ¡Es increíble!- contestó Cristian entre risas.

– ¡Parad de reíros!- dijo Sara- Vamos a llamar a Kelly, que me habéis hecho sentir curiosidad por visitar el lugar.

Los tres seguían hablando mientras caminaban hacia la casa de Kelly. Cuando llegaron a ella, Bob subió las escaleras para tocar a la puerta, pero ésta se abrió antes para mostrar a Kelly preparada con una mochila.

– ¡Qué! ¿Nos vamos a dar una vuelta por ahí?- Bobby se quedó casi sin habla.

– Bueno, nosotros veníamos a preguntarte si nos íbamos al campo aquél.-dijo el peque señalando en dirección a su deseo.

– ¡Pues vamos allá!- exclamó Sara emocionada- ¿Llevas las cosas para comer y algo de lectura?- le preguntó a Kelly.

– Por supuesto, ¿Cómo no iba a llevar yo las cosas?- dijo Kelly con una radiante sonrisa y una pizca de burla.

Mientras caminaban hacia el campo, Kelly hablaba con Sara sobre problemas de chicos…

– Bueno, tu no tienes que preocuparte por nada de eso, aún eres joven, son unos estúpido incontrolables, ¿sabes? En verdad yo tampoco los entiendo muy bien. En el instituto todos me insultan sólo por ser más lista que ellos. Son unos envidiosos.

– Sí, pero tu misma dices que son estúpidos.- Cristian las  miró con enfado.- Bueno, algunos chicos, pero como digo, algunos. No todos tienen porqué serlo. Ni el chico que me gusta, ¿no?

– No tiene que ser estúpido ese chico precisamente, pero si quieres una relación seria, tienes que andarte con cuidado porque se te das la vuelta, los toros se pueden asomar.- contestó Kelly.

-¿Los toros? ¿Qué tienen que ver en el amor?

– Me refiero a los cuernos, a la infidelidad, que más da como lo expreses.

– ¡Ah,vale! Ya sé lo que quieres decir. Lo de que mientras sale conmigo, se va también con otra chica a mis espaldas.

– ¡Exacto! De tonta no tienes ni un pelo. Eso es más normal de lo que puedas suponer, pero ya tendrás tiempo de averiguarlo.

Los chicos, en vez de eso, iban a otro rollo totalmente distinto.

– ¿Hacemos una carrera?- preguntó Cristian.

– Vale, pero llegaré al campo antes que tu, seguro.- le contestó Bobby.

– No estés tan seguro, pequeñajo..- y Bob comenzó a correr- ¡Eh! ¡Eso no vale!- y corrió tras él.

– ¡Todo vale en esta vida, Crisi!

-¡No vuelvas a llamarme así!- le gritaba Cristian, que apenas podía alcanzarlo. Bob era como una mini-avestruz.

Las chicas también se apuntaron a la pequeña carrera y cuando llegaron, Kelly sacó de su mochila  un mantel bastante grande que extendió sobre la hierba bañada de rocío. Cristian la ayudó a extenderlo y a poner las cosas de la merienda en medio. Cerca de ahí había un pequeño lago y Bobby se entretuvo en tirar piedras planas  sobre el agua.

– ¿Qué libro has traído hoy?- preguntó Sara con algo de impaciencia.

– Uno con historias de miedo. Se titula «La puerta de Mal».- contestó Kelly.

– Yupiii, tiene que ser una historia de pu…- comenzó Bob.

– ¡Calla! No hace falta que digas palabrotas.- le cortó Cristian.

– Perdón, se me escapaba. A veces no puedo evitarlo, me vienen solas.- se avergonzó un poquito.- ¿Y si luego nos bañamos en el lago? Hace mucho calor y podemos bucear y nadar y jugar.

-¡Bob!- le gritó Sarita.

– ¿Qué?- contestó Bob algo asustado.

– Déjate de fantasías ahora y vamos a escuchar la historia que ha traído Kelly.

Su hermano le hizo caso y Kelly tomó la palabra empezando a leer el libro de miedo en voz alta poniendo cara de situación entreteniendo a su fervoroso «público».

– (…) y Hans cogió la cruz y se la puso en la cara a aquel demonio nocturno. Jessica lloraba y gritaba buscando alguna solución para cerrar esa maldita puerta. Hans hizo retroceder al ser demoníaco. Sus dientes eran afilados y seguro que le desgarrarían la piel si se decidiera…

– ¿Cómo?- Preguntó Bob bastante inquieto.

– Que no voy a seguir, ya he leído bastante por hoy. Dejaremos algo para otro día.

– ¿Por qué?- preguntaron sus amiguitos al unísono. En realidad ella se sentía como una canguro, pero estaba encantada con ello.

– Pues porque el libro es mío y ahora me apetece ir en bici a la ciudad. Además, ya ha pasado casi media hora y tenemos que comernos todos estos deliciosos sándwiches.

– Bueno, genial.- comenzó a decir Bobby- Pero mañana nos sigues contando esta historia que está de put…

– ¿Otra vez, Bob?- le regañó su hermana- ¿Otra vez tengo que decirte que no digas palabrotas?

– ÑAM, ÑAM. Perdona, pero es que no tengo otra cosa que decir.

Todos comenzaron a reír a carcajada limpia. Acabaron de tomarse la merienda y recogieron sus bártulos con emoción por la excursión en bicicleta que Kelly había planeado improvisadamente. Cristian no tenía bicicleta, pero iría de paquete con Kelly.

Fueron a sus casas para pedirles permiso a sus respectivos padres y tras recibir su bendición con el típico «tened cuidado», salieron con sus bicicletas a realizar su pequeño viaje.

– ¡Vamos allá!- gritaba Bob- ¡A la gran ciudad!

– Y porque es tímido, si no llega a serlo, vete a saber…se ha enterado medio pueblo.-se burló Cristian.

– ¡Calla ya, Crisi!- le espetó el pequeño. Cristian se rió.

Iban por el camino cantando y gritando de alegría hasta llegar a la ciudad. No todos los días iban hasta allí y tenían la tranquilidad de que al día siguiente no había obligaciones con los estudios, pues las vacaciones habían comenzado y las notas del curso ya no les preocupaban porque habían sacado unas notas estupendas. Todos «sobresalían», aunque Kelly había sacado un Bien en Matemáticas, pero estaba más que aprobada. Ya tendría tiempo de subir la nota.

Llegaron a la ciudad y se relamieron los labios con las golosinas de los escaparates con sus chocolates, bollerías, pasteles y caramelos. Lo cierto es que aquel día no había apenas tráfico, así que pedaleaban por mitad de las carreteras cuando de pronto les llamó la atención un hombre ataviado con una gabardina que estaba repartiendo unos folletos a los viandantes. La curiosidad les pudo y decidieron acercarse para obtener uno de esos anuncios.

Aparcaron sus bicis un poco más adelante y Cristian empezó a leerlo para que los demás lo oyesen (Como si no supieran leer los demás)

– Campamento de verano «Los * Perdidos». Éste verano vais a pasarlo bien. Dejad viajar a vuestros hijos e hijas y jamás volverán igual. Una experiencia única de diversión y conocer nuevos amigos que nunca olvidarás. Éste precio incluye alojamiento y todo el equipamiento necesario para las sorprendentes actividades que se realizarán. Excursiones de senderismo, aventuras sin igual, deportes, acampadas en la montaña. Diversión total garantizada. Vengan a «Los * Perdidos» y nunca lo olvidarán. Estancia para esta temporada de verano. Proyecto con novedades sin precedentes…- Cristian levantó su mirada del folleto.- ¡Ésto es genial!

Los cuatro se miraron sorprendidos con unas sonrisas que delataban sus ilusiones, así  que cogieron sus bicicletas y regresaron al pueblo.

– ¡Al campamento de verano «Los * Perdidos»!- gritó Bobby. Los demás le miraron y Kelly movió su cabeza de un lado a otro sin perder su bella sonrisa.

– No tenéis remedio, chicos.- dijo.

Pedalearon entonando una canción: ¡Al campamento! ¡Al campamento! ¡Oe, oe, oe! ¡Al campamento, al campamento, oe, oe, oe!- agitaban una mano con el puño al aire y toda la gente que se cruzaban se les quedaban mirando como si fueran bichos raros, pero a ellos no les importaba, pues estaban en su mundo, con la esperanza de poder disfrutar de aquella experiencia única y Kelly disfrutaba con verlos tan felices.

 

 

Escrito por Luis M. Sabio


REPLICANTE: PARTE 7


«Empecé a sentirme mareado y asustado. Quería largarme de allí antes de que se hiciera completamente de noche (…) Pero no podía irme. Algo profundo dentro de mí,-tan profundo como el instinto que hace que sigamos respirando- insistía en ello. Sentía que si me marchaba, ocurriría algo terrible, y quizá no solo a mi. Esa sensación de lo etéreo me barrió de nuevo, como si el mundo fuera muy frágil en ese lugar, y una persona pudiera provocar un cataclismo inimaginable.»

Extracto del relato «N.»

Cuento recopilado en «Después del anochecer.» de Stephen King

EN LA CASA

Tocaban a la puerta de la casa donde planearon tener el mejor cumpleaños celebrado jamás y Jennifer esquivaba a Joaquín en lo alto de las escaleras para acceder a la planta superior.

TOC! TOC!

– ¿Hola? Perdonad, necesito llamar por teléfono.-se escuchaba tras la puerta y la tensión se podía masticar- No encuentro a mi novia. Necesito ayuda, por favor, está en tratamiento y necesita su medicación. Si no la toma, no sé de que sería capaz.

Pablo miró a Dani fijamente.

– ¿Tú que dices? ¿Abrimos?- Hablaban casi en susurros.

– No me fío, ha dado demasiadas explicaciones, ¿no crees?

– Pero, ¿y si es verdad que esta chica está loca y se tiene que medicar?

– Mírame Pablo- cogiéndole de la barbilla- ¿Crees que yo estoy loco? A mi todo esto me parece una locura, pero sé lo que he visto.

– Pues no abrimos y ya está. Estoy cagado, se me ha quitado hasta el ciego que llevaba a cuestas. Ésto me supera.

– A mi también.- contestó Dani.

TOC! TOC!

La puerta reventó desapareciendo en forma de astillas punzantes que se les clavaron a ambos por todo el cuerpo y el impacto de la explosión de la puerta les hizo caer. Se hizo añicos como si el mismísimo Chuck Norris la hubiese abierto. Una bestialidad, vamos. Tras la nube de polvo y lluvia astillada, apareció un joven con un ténebre semblante entre sombras que no dejaban distinguir bien sus facciones.

Joaquín, en el momento de la explosión, corrió en busca de las chicas para sacarlas de allí. Era hora de poner pies en polvorosa. Dani abrió los ojos y vio a ese chico acercarse a su amigo indefenso, que se encontraba tumbado bocabajo,  para pisarle la espalda. Pablo, atrapado bajo su pie como si el chico pesara 500 toneladas, no soportaba el dolor y respiraba como si en ello le fuera la vida. El chico le habló.

– Tú no eres de Supreme. ¿Dónde están? Humano inepto; habla o muere.

–  ¡Aaaay! ¡No sé ni de qué me hablas!

 De pronto, a ese chico se le alargaron los dedos de la mano derecha. Éstos se enrollaron en la cabeza de Pablo. Dos de esos «dedos extensibles» se metieron por sus oídos, otros dos por la nariz y el restante por la boca sin que éste pudiera hacer nada y mientras, Dani se meó encima. El chico tiró sin esfuerzo alguno de su mano deforme, arrancando el rostro de Pablo que aún aullaba de dolor.

Dani ante la escena intentó salir de allí, pero justo cuando llegó al primer escalón implorando socorro a Joaquín, esa cosa lanzó el cuerpo aún convulso de su amigo hacia la chimenea. El color crema de la pared se moteó de carmín a chorretazos.  Los ojos del muchacho se tornaron verdes eléctricos y al abrir la boca, expulsó una lengua camaleónica bastante afilada que se enredaron en su tobillo derecho. Se lo cortó de cuajo y se tuvo que sostener de la barandilla para no caer bruscamente contra los escalones. A pesar de eso, su mano se resbaló y cayó de costado contra el pico de un escalón. Escuchó como varias costillas le crujieron al golpearse en el lado izquierdo y ese inmenso dolor se le añadió al «fuego» que le subía de su pierna cercenada.

– No, no, noooooooo, ¿qué quieres? No se nada de Supreme . -sollozaba Dani- ¡Dios mio de mi vida, no me mates!  ¡Por lo que más quieras!

– Quiero que sufras.- dijo el ser.

– Te ahorraré el placer.- dijo de pronto una voz femenina tras éste tan solo un segundo antes de dispararle con un extraño artilugio que despidió unos rayos eléctricos que envolvieron a ese ser. Dani no pudo más que observar horrorizado como esa cosa se desintegraba y se dividió en puntos verdes fluorescentes que salieron volando de la casa, aunque muchas de ellas cayeron al piso totalmente inutilizados. Contempló a su salvadora, que analizando con su mirada cada recoveco del salón, se le acercó. No supo que hacer, pero en ese instante, le pareció la chica más atractiva del planeta. Era como un personaje de los videojuegos a los que jugaba con Pablo, de cuerpo presente.

– Gracias.- consiguió decir.

Ésta, sin mediar palabra, puso su mano sobre el muñón ensangrentado que le había quedado en el pie derecho. A la chica se le iluminaron los ojos de un color azul eléctrico y su mano hizo lo mismo. Ardía, aquella mano ardía como si le estuviesen quemando con una plancha industrial. Sus gritos de dolor se unieron al humillo que brotó de su herida.

– Deja de quejarte, vamos a largarnos de aquí. Me llamo AX-7, ¿Y tú?

-…me, me, me, me llamo Daniel, pero puedes llamarme como quieras. No sé como podré irme de aquí, me falta un pie y solo te voy a retrasar. Seré un estorbo.

– Eso no es un problema.- AX-7 se agachó y lo cogió sin esfuerzo llevándoselo al hombro y pisando los restos del ser que atacó al chico, salió de la casa.

-Espera.-dijo Dani.- Hay amigos míos en el dormitorio de arriba y una chica que llegó hace un rato.

– Arriba no había nadie, se habrán marchado por una ventana. Podrían estar en un aprieto, no es la mejor noche para andar por este bosque.

– Por cierto, ¿qué era eso que ha matado a Pablo? ¿Un extraterrestre?

– La imaginación humana es desbordante, pero limitada por ellos mismos. No es momento de preguntas.- AX-7 posó a Dani en la entrada de la casa y sacó un brazalete de su muñeca, que se abrió a modo de compartimento. Se lo lanzó y el chico se vio envuelto en una especie de burbuja, pues veía a su extraña salvadora y todo lo que estaba a su alrededor, pero estaba encerrado. ¿Qué era eso? – Necesitaré las manos libres. Llevaré la esfera por control remoto, volarás por encima de mí. No toques nada si quieres evitar morir o acabar en el cretácico.Si no nos vamos ya de aquí, esos nanobots que han conseguido escapar vendrán con refuerzos y no te gustará, creeme.

La esfera comenzó a levitar y a seguir a la chica que corría a la parte trasera de la casa con el arma en alto, adentrándose en el bosque que ella misma había calificado de peligroso. No le quedó mas remedio que quedarse sentado, impactado por estar volando en una burbuja, recordando a su amigo muerto y acariciando su muñón.

sábanas

Mejor no me contestes, haré un esfuerzo por nuestras vidas.

UN POCO ANTES

Sandra y Eva temblaban mientras se vestían. Hicieron caso de aquella chica que había irrumpido hacía unos minutos en la habitación cortándoles el rollo.

BRAKABUM!

– ¿Has oído eso?- preguntó Eva.

– Claro que lo he escuchado.-contestó Sandra atónita, las dos tenían los ojos como platos- Algo ha explotado.

– Tenemos que irnos, esto no me gusta nada.- Eva se acercó a la ventana y la abrió. Sandra también se puso a su lado y ambas vieron a la intrusa de antes correr hacia el bosque.

– ¡Eh, tú! ¡Espera! ¡No te vayas, ayúdanos!- gritaron, pero la chica hizo caso omiso de su suplica y se perdió de vista.

-¡Qué puta!- exclamó Sandra. Eva corrió a la cama y cogió las sábanas.

– Ayúdame a anudarlas, las atamos a la pata de la cama y salimos por la ventana.

La puerta volvió a abrirse de golpe y ellas gritaron, era Joaquín con la cara desencajada, que cerró la puerta de golpe tras de sí.

– Tenemos que largarnos, no os creeríais lo que ha pasado. La puerta ha reventado.

– ¡Échanos una mano!- le espetó Sandra.

-¿Vamos a morir?- preguntó Eva.

– No lo sé.- Eva habría preferido un silencio como respuesta y Joaquín les ayudó. Ataron tres sábanas, con eso bastaría y la engancharon como habían planeado a una pata de la cama, la cual acercaron a la ventana lanzando al exterior su cuerda fabricada a modo McGyver. Eva fué la primera en salir al frío de la noche y se deslizó hasta el suelo. La siguió Sandra, la cual tuvo que aguantar los nervios de Eva hablando en voz baja.

-Vamos, vamos, vamos, vamos.- decía.

Mientras Joaquín observaba como Sandra bajaba por la sábanas, escuchó a Pablo aullar de dolor. Aquello no le gustó en absoluto y decidió no esperar a que su amiga posara los pies en la tierra. Se sentó en el alféizar de la ventana y se enganchó a una tubería que había a su derecha. Bajó tan veloz que llegó a la vez que Sandra. Ambas lloraban y éste las agarró de las manos huyendo en una dirección perdida de antemano. Cualquier lugar era mejor que aquél o al menos eso pensó en aquel momento.

Cuando llevaban corriendo lo que les pareció una eternidad, Eva se detuvo.

-Pero, ¿a dónde vamos? Nos estamos perdiendo.- apoyó sus manos en las rodillas respirando entrecortadamente.- Creo que como sigamos corriendo, voy a morir de asfixia.- Sandra se le acercó acariciando su cabeza.

– Venga, Eva. Tenemos que procurar alejarnos de aquí, cariño.- le decía- Puedes hacerlo, tenemos que hacerlo y pedir ayuda.

– Es tarde para ellos, pero nosotros tenemos una oportunidad para escapar.-dijo Joaquín y aprovechó para robarle un beso a su novia. Ésta se lo agradeció con la mirada.

– ¿Tarde para ellos?- preguntó Eva.- Mejor no me contestes, haré un esfuerzo por nuestras vidas.

-¿Qué es lo que sabes, nene?- preguntó Sandra.

– Que Erika está muerta, vino Dani y nos lo dijo, pero alguien hizo volar la puerta. La tal Jenny esa que llegó antes dijo que habían matado a su novio y que lo que había esperando tras la puerta tenía su voz, pero que no podía ser su novio y de alguna manera sabía que ella estaba allí.-Joaquín decidió omitir el detalle de que Dani gritaba que había sido un monstruo el que había matado a su amiga. No le hacía falta asustarlas más de la cuenta, pero él no dejaba de mirar a todas partes, alerta de cualquier posible movimiento extraño.

-¿La buscaba a ella?-Se asombró Eva- Dije que mejor no contestaras, no quiero saberlo.

– ¡Escuché gritar a Pablo de dolor!¡Por dios, enfréntate!-le gritó Joaquín- No sé a qué, pero tiene que ser super fuerte para reventar una puerta así. No sé si la buscaba a ella o no, pero nos encontró a nosotros. Sea lo que sea, quiere matar.

Un ruído tras un arbusto les hizo quedarse paralizados. Los tres dieron unos pasos atrás y se intentaron esconder tras los árboles. El arbusto se movía, había algo ahí a punto de salir.

Escrito por Luis M. Sabio